jueves, 18 de noviembre de 2010

Santiago Rusiñol-Oración a la belleza.

Cuando sobre el fango de la tierra se detiene el espíritu extasiado por fuerza misteriosa, es que entrevé la belleza. Cuando las cuerdas del corazón se paran por un momento para latir más trémulas, es que han sentido la belleza. El gozo más puro, el arrobamiento más suave, el éxtasis más soñador, siempre viene de la belleza, como de la belleza nace el ardimiento de nobles aspiraciones, el afán de dignificarse a su morada y engrandecerse a sus ojos.


La belleza es la armonía que el alma busca afanosa. Es la esencia perfumada levantándose como incienso del fondo de la materia y tomando forma de nube que envuelve el corazón del hombre. Es el ideal que reposa, antes de emprender el vuelo, sobre la pluma del cisne, sobre el terciopelo de las flores. Es la serenidad del cielo mirando la bondad que pasa. Dentro del pensamiento, en estrofas de poesías; algas en el fondo del mar, estrellas en el firmamento, luz en el fondo de la oscuridad, venturosa esperanza y deslumbradora ilusión en el camino de la tierra.

La claridad de la belleza, bajando a nuestra intimidad por las portezuelas de los ojos, ilumina la oscuridad de la vida, calma el fuego de las pasiones y enciende la llama del genio; adormece los pobres instintos y despierta la sed de gloria.

El que no ve la belleza, es ciego de espíritu, lleva el alma enferma, prisionero de tinieblas. vive tristemente condenado a un adormecimiento mortecino; pasa nomás por el planeta con las portezuelas cerradas, atravesando la llanura sin oír rumor de hojas, cantos de pájaros, ruidos de mar, ni murmullos de cascadas.

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