lunes, 29 de noviembre de 2010

Emil Ludwig-Beethoven (3).

Apenas terminó la obra (la novena sinfonía), quiso ponerla en ejecución. Aquél fue su último concierto. Estuvo presente en él, pero no dirigió la orquesta. En un día del mes de mayo dio a conocer en un teatro de Kärntertor su Novena Sinfonía. Cundía el espanto en el corazón de los oyentes; en aquella corta hora fue reconstruida para ellos la lucha de su vida...Cada uno, no importa dónde se librara la batalla contra fuerzas extrañas, se sintió vivir en los mismos presentimientos; jamás el juego del destino con los mortales, su reto y su ataque, ha sido tan formidablemente plasmado por la mano humana...nunca desde Esquilo.

Oyeron, en el primer movimiento, cómo la Humanidad aparece completamente anodada, mientras el caos estalla en truenos. En el segundo emprende la marcha intrépidamente, adelante, siempre adelante, con sus aperos y cuernos de caza, mas los tambores la echan por tierra. Vuelve a levantarse, vuelve a emprender carrera, mas siempre el tambor la hace retroceder.

Pero en el tercer movimiento se olvida del Destino. un hombre vaga solo por el paisaje y experimenta lo que los dioses no pueden experimentar: amor, dolor, la gran sumisión humana. ¡Cuán dulce y suave es todo, cuán plácidamente se mueve y desliza todo! En la eterna ordenación de las cosas, entre el eterno cortejo, vibra una leve, esotérica prevención, un  augurio. Siempre, cada vez que el bombo se insinúa, el golpe atronador es amortiguado con la palma de la mano. ¡Cuán lejos está el Destino! De pronto elévase el dúo humano, serenamente, con muhcas y anhelantes miradas a las amenazadoras nubes del Destino. Una sola vez se recuerda al hombre que afuera le aguardan las luchas, pero se rinde nuevamente al amor. 

Luego, después de un dulcísimo final, el caos se abre de nuev, los tambores suenan enfurecidos, el cielo amenaza. El violoncelo aventura algo como una interrogación...El tumulto estalla con más furia. Pero la cósmica hecatombe ha despertado a los prisioneros. ¿Son animales? ¿Son esclavos? Se agitan en sus rechinantes cadenas...se agitan con impaciencia...¡Piden su libertad! Los poderes de la luz y de la sombra luchan en denuedo mientras los prisioneros gruñen. En la mente de los hombres surge la idea y el anhelo de la felicidad tranquila. Violoncelos y contrabajos cantan, hablan, evocan...Diríase que todos los instrumentos de la orquesta han adquirido el lenguaje de los hombres. Hablan, hablan antes de que los hombres se acerquen. Un gran congreso de los cautivos, en su despertarm se ha inaugrado; una asamblea de razonadoras e interrogantes criaturas.


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