jueves, 18 de noviembre de 2010

Giovanni Papini-Autorretrato.

Soy el autodidacto neto, y el autodidacto es grande únicamente si consigue madurarse y formarse. Soy el enciclopédico, el hombre de los manuales y de los diccionarios, y el enciclopédico es maravilloso cuando sabe ligar con los anillos de hierro de las ideas madres los haces marchitos y sin flores regados por aquí y allá en las librerías.

Puedo deslumbrar a más de uno con la bibliografìa; puedo sostener conversaciones docentes incluso con especialistas.Pero pasados cinco minutos o cinco días, héteme a secas; mi panera está vacía. Tengo muchos sacos en mi casa, pero ninguno a la medida.

A donde quiera que me vuelva no soy profano, más tampoco un iniciado. No tengo sitial reconocido en las reuniones de los doctos, y no llevo carteles en la frente. Soy un desarraigado que puede estar en cualquier parte mientras no lo echen.

No me he detenido en país alguno, no he tomado domicilio estable en ninguna ciudad. Perseguido por el demonio de la curiosidad he explorado ríos y bosques sin designio y sin paciencia, de paso, a vuelo. Tengo muchas reminiscencias, pero pocos fundamentos. Soy como un rey que posee un gran imperio compuesto de mapas. Lo he empezado todo y no he concluido nada. Apenas emprendo un camino, he vuelto por la primera travesía abierta a mi derecha o a mi izquierda, y de ésta, por los atajos, he ido a dar a los senderos y por los senderos a otra carretera.

Cuando alguien se maravilla de mi saber, de mi erudición, me entran ganas de reír. Yo sólo sé los vacíos espantosos que hay en mi cerebro. Yo solo, que he querido saberlo todo,sé cuan próximos están los confines de mi ciencia.

Las hazañas de la antigüedad, las lenguas muertas de las grandes naciones, las ciencias de la luz, del movimiento, de la vida, me estàn casi cerradas. Conozco el vocabulario y algún párrafo, tengo una idea del conjunto, y no sé andar con mis piernas. Soy ignorante, desmesurada e incurablemente ignorante. Y lo peor es mi ignorancia no es la pura y natural del hombre de los bosques y de los campos, que puede ir unida a la frescura, a la paz e incluso a una cierta ingeniosidad.

No; yo soy ignorante que se ha revolcado entre los libros; soy un ratón de biblioteca; soy el que ha aprendido tanto, que ha perdido la espontaneidad sin adquirir sabiduría.

*Texto tomado del libro: Lectura en voz alta de Juan José Arreola. Ed. Porrúa.

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