lunes, 15 de noviembre de 2010

Alfredo Maillefert-Ancla en el Tiempo-Salvador y Alfredo Ortiz.

Un lugar de predilección también, en este libro, para Salvador y Alfredo Ortiz. Desde un caserón antiguo de Morelia, estos dos nombres vienen a todo lo largo de mi vida como una áurea veta de amistad. ¿Qué tenía aquel caserón -si fue él- que nos infundió el mismo amor a la soledad y la misma pasión por la belleza?

Salvador y Alfredo Ortiz: los dos han sido poetas; los dos han amado por sobre todas las cosas, la lectura y el silencio; los dos han vivido siempre retraídos -según la frase del Kempis: "en un rincón con mis libritos".

Salvador y Alfredo Ortiz...Podría retratárseles a ambos como Holbein rtrató a Erasmo de Rotterdam: con un libro entre las manos, con un noble gesto de atención. El mismo Holbein no creo que hubiese desdeñado hacer el retrato de estos dos amigos míos -él que amaba las líneas austeras y que, tan admirablemente, sabía poner dentros de sus cuadros el silencio. Pero yo pondría, además, una mesa y, sobre la mesa, una ancha taza de café, de tan buen extracto de café como aquel que, allá en la antigua Valladolid, nos preparaba Pachita Navarro.

Detrás del retrato de uno y otro, no habría más que una pared encalada y con un estante de libros. Libros todos a la rústica, sin ricas encuadernaciones, pero libros leídos y vueltos a leer; libros acariciados con amor; libros traídos de aquí para allá, en los bolsillos, por todas partes..

Una carta cualquiera de estos dos poetas, cuando hemos estado lejos, ha sido para mí una fiesta. Y una fiesta también los libros que ambos hermanos han escrito silenciosamente.

¿Qué más decir para retratarlos: nobles, un poco desencantados, pero si acritud, silenciosos...?

Yo quisiera que el ilustre señor de Montaigne no se hubiese adelantado, para decir en elogio de estos dos amigos míos lo que decía él del señor de la Boétie. Pero, puesto que ya él lo dijo, no haré más que remitir al lector a aquella página inmortal, y añadiré - para terminar el retrato de ambos poetas -que su vida- como la del mar-ha sido, íntima y sustantivamente: soledad y belleza...

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