lunes, 15 de noviembre de 2010

Maquiavelo-carta a su amigo Francesco Vettori-10 de diciembre de 1513.

En mis tierras me estoy, y desde mis últimas desventuras no he permanecido, juntándolos todos, ni veinte días en Florencia...Me levanto con el sol y me voy a un bosque mío que están talando, donde paso dos horas inspeccionando los trabajos del día anterior y conversando con los leñadores, que siempre tienen algún pleito entre ellos o con sus vecinos...Y dejando el bosque, me dirijo a una fuente , y de ahí a un sitio donde dispongo mis trampas para cazar pájaros, con libro bajo el brazo: Dante, Petrarca, o uno de los poetas menores, como Tibulo u Ovidio,

Leo de sus amores y pasiones que, al recordarme las mías, me entretienen sabrosamente en este pensamiento. Tomo luego el camino de la hostería, donde hablo con los pasajeros y les pido noticias de sus lugares, con lo que oigo diversas cosas y noto los varios gustos o humores de los hombres.

Al caer la noche vuelvo a casa y entro en mi estudio, en cuyo umbral me despojo de aquel traje de la jornada, lleno de lodo y lamparones para vestirme ropas de corte real y pontificia; y así ataviado honorablemente, entro en las cortes antiguas de los hombres de antigüedad. Recibido de ellos amorosamente, me nutro de aquel alimento que es privativamente mío, y para el cual nací. En este compañía no me avergüenzo de hablar con ellos, interrogándolos sobre los móviles de sus acciones, y ellos, con toda humanidad, me responden. Y por cuatro horas no siento el menor hastío; olvido todos mis cuidados, no temo la pobreza ni me espanta la muerte: a tal punto me siento transportado a ellos todo yo. 

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