lunes, 15 de noviembre de 2010

Enrique González Martínez-Vesper.

La luz crepuscular apenas lucha
con la vecina sombra...
Lenta, muy lentamente, de los árboles
cayendo van las amarillas hojas.

El corazón se envuelve en el misterio
solemne de la hora
y siente que reviven olvidadas,
viejas historias.

En la copa del álamo
que en la llamada inmensa alza su fronda,
como macabra aparición, un búho
su silueta recorta.
Una esqula lejana
el grave toque de oración salmodia.
Por la llanura pasa,
como glacial ventisca, dolorosa
quietud.

Siguen cayendo lentamente
las hojas.

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