martes, 30 de noviembre de 2010

El picapedrero de Sain Point (3).

Siguiendo algún tiempo en esta dirección, por tierras ya de pastoreo, sólo se encuentran algunos muchachos andrajosos que cuidan las cabras o los bueyes entre los matorrales. después, bruscamente, el terreno escarpado del Bois Clair se suaviza a vuestra izquierda. Nace allí un riachuelo llamado Vallouze, que brota a vuestros pies, de una verde garganta. Por su limpidez y su murmullo, bordeado de sauces, parece que os invitara a penetrar en aquella garganta, y a visitar el misterioso valle oculto, del cual ese mismo río es la primera revelación. Uno se pregunta: "De dónde vienen esas aguas, y cómo una garganta tan estrecha puede dar salida a tan murmurante arroyo? ¿Se ensanchará más allá? ¿Será profundo? ¿Tendrá a sus márgenes frondosos bosques y rocas, y manantiales que lo alimenten? ¿Ocultará entre sus sinuosidades algún amplio remanso en el que se desplieguen las praderas y los bosques, o encontraremos en sus orillas una iglesia, un pueblo, o el esqueleto descarnado de un antiguo castillo? Entremos."

Y doblando con leve presión de la mano izquierda la cabeza y los pasos de la cabalgadura, el viajero se dirige hacia el sendero arenoso trazado en la orilla del Vallouze, que penetra en el valle de Saint-Point.

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