lunes, 15 de noviembre de 2010

Luis G. Urbina-mediodía

El agua está cual nunca de linda y de coqueta;
no hay rayo que nue juegue, no hay ola que no salte;
de lejos, tiene rubios perfiles su silueta,
y azul es en la playa con limpidez de esmalte.

Vestida está de fiesta; no hay joya que le falte;
las barcas, a su paso, le dejan inquieta
cinta de plata virgen, para que así resalte
la luz en el radioso brocado de violeta.

Cerca, en el promontorio de musgos y basaltos,
un gran pulmón de nubes se tiende y buscan asilo;
al fondo, van las cumbres, en los celajes altos,
rompiendo el horizonte en su cortante filo,
y en el confín que esplende, se funden los cobaltos
del cielo y las montañas, en un zafir tranquilo.

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