miércoles, 24 de noviembre de 2010

Jacobo Dalevuelta-Cariño a Oaxaca (3).

Cármenes Oaxaqueños.

En los retablos anteriores hablé repetidamente de los perfumes de flor que fragantes envuelven a la ciudad. Tal vez se haya creído que mis afirmaciones fueron fantásticas. Pero no, por fortuna.

Oaxaca es un jardín, vasto carmen donde hay brotes perennes de capullos y abrir eterno de flores. Policromía y aroma por todas partes y en todo tiempo. Es que la primavera se perpetúa en la tierra. Los mirajes se cambian, según la hora, cuando el Sol matiza a maravilla el tirso. La ciudad está cercada por espesa muralla de parques -huertas privadas- hacia todos los rumbos de la Estrella de los Vientos.

San Felipe del Agua es el señorío de la magnolias y de las orquídeas; Huayápam, cantón de los límeros y jazmineros; el Marquesado, feudo de los rosedales. La Trinidad, encomienda de las dalias y otros mil encantos en flor. Exhibición perenne de belleza, vanidad de altura de pétalos y competencia vigorosa entre las Rosas de rancio abolengo: "Manto de Oro", "Príncipe Alberto", "Rosa Reina", "Rosa de Italia"...frente a la expresiva sencillez de la "Rosa viche" o de la "Rosa de Castilla", flores de la gleba.

La Trinidad es también de las proletarias amapolas. En cualquier sitio, desde los patios embaldosados con piedra verde, hasta los humildes rincones de las clas de vecindad, hay macetas de donde emerge la vida transformada en corolas, pétalos, pistilos, aromas y lozanía. Tálamos para las mariposas.

Cuando muere la tarde, embriaga el vésper. A esas horas derraman holores de "Jazmín de Huayápam", la Mosqueta y el Soberano Señor don Huele-de-Noche.

Triunfal y gallardo yérguese sobre todos el "Jazmín de Amelia"! Romántica flor que humedece con su néctar y embalsama con delicia las cartas que se mandan para las novias.

¡Pasear, vagar, transitar en el instante del Ocaso por los jardínes, es como realizar un viaje sensual ensueño, incitante, amoroso!

El "Llano" se arrebuja en grasa de azur y nos duerme con esencia de azahar. La "Calzada" se pinta de verde oscuro y huele a floripondio.

¡Vagar!...¡Pasear!...¡Transitar!...ante la majestad de lo que se ve, y para perfumar el espíritu en la hora en que las luciérnagas encienden sus farolillos de oro!...

En el verano, los cerros aledaños -murallas del Valle- también son pebeteros y nos ofrecen azucenas blancas en alfombras dilatadas. "Estrellitas de la Virgen", delicadas como un ensueño joven.

 Huelen también el toronjil y la yerbanis.

 ¡Vagar!...¡Vagar!

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