¡Alamán! ¡Si algún día México empezara a existir qué alto pondría tu nombre! Nadie ha sufrido con más conciencia las viscisitudes de nuestro destino. Y él es la mejor prueba de que no han faltado a México guías ni cerebros de primera capacidad, intenciones puras y valentía de carácter. Lo que pasa es que todo lo ahoga...el grito caníbal...la insolencia del cuartel que, a la postre, se rinde al pequeño banquero y al predicador protestante, los agentes del procónsul establecido como embajador de imperio que ha remplazado a España en el mando.
¡Pues tal es el destino de los pueblos que ignoran, calumnian, dan la espalda a sus profetas!
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