miércoles, 16 de marzo de 2011

Diario de un mexicano en Japón

16 de marzo

Mi nombre es Julio César, trabajo en una importadora de productos mexicanos. Tengo 11 años de residir en este país, donde comparto mi vida con mi familia, con mi esposa y con mi hijo. Todo estaba bien, hasta que nos golpeó la tragedia.

Ya pasaron unos días del terremoto y el tsunami, y el temor sigue ahí, vivo, aunque la gente lucha por tratar de llevar las cosas con normalidad.

Hoy algunas gasolineras estuvieron cerradas. En las pocas estaciones que se puden encontrar abiertas las filas de autos eran de un kilómetro para poder comprar 20 litros de gasolina, la cantidad máxima que están surtiendo. Tuve suerte de conseguir gasolina.

De regreso a mi casa en la avenida principal el alumbrado público estaba apagado. Hoy se cortó la luz de 2:00 a 7:00 de la noche. Habían avisado que habría dos cortes al día pero apenas hoy fue el primero.

Mi esposa me ha comentado que la leche ha escaseado. No había agua en el supermercado.

La gente anda normal en la calle. Se ven menos personas y menos coches pero todos tratan de hacer su vida normal, hasta donde se puede. No hay pánico. La gente confía en que la crisis nuclear no se ha salido de control.

19 de marzo

En Tokio el fin de semana no devolvió la normalidad a la ciudad. A pesar de que he visto un poco más de gente en las calles, la vida en la capital japonesa no es ni la mitad de lo que normalmente se ve.

Sin embargo, algo comienza a cambiar. Hoy noté a los japoneses con quienes me reuní más optimistas sobre la crisis nuclear; al menos más de lo que pude notar a mis amigos extranjeros.

La gente aquí confía en su gobierno y está segura de que ha hecho todo lo posible para enfriar los reactores nucleares y quizá por eso yo no los veo tan temerosos.

Pero yo sí temo. A pesar de que mi esposa Atsuko y mis amigos me dicen que confían en que la crisis pase, sigo preocupado por lo que pueda ocurrir, principalmente por mi hijo de seis años.

No conocemos la situación a la que nos enfrentamos. La radiación es algo que no comprendemos y no puedo saber si en 10 o 15 años él pueda desarrollar problemas por la exposición a la radiación.

Hasta ahora trato de explicarle a mi hijo la situación en que vivimos y lo que podría venir en los próximos días. En la escuela le han explicado muy bien todo lo que pasa con el sismo y el tsunami, y él me pregunta sobre eso, pero no sobre la radiación. Es algo que ni siquiera uno mismo entiende.

A pesar de eso, sigo seguro de mi decisión de no salir de Tokio ni dejar Japón.

He platicado con mi esposa cuál sería el punto de quiebre, la situación extrema que nos obligaría a regresar a México y creemos que, si el gobierno japonés empieza a repartir pastillas de yodo en Tokio para combatir la contaminación nuclear, sería la señal inequívoca para salir del país.

Debo decir que también hay algo que me hace pensar más la decisión de regresar a México. ¿Será más peligroso quedarse en Tokio con la emergencia nuclear que regresar a mi país y enfrentar la inseguridad? Pensarlo es algo tragicómico.

18 de marzo

Hemos tenido fallas en la comunicación telefónica hacia el extranjero. En Tokio seguimos pendientes de la cobertura que los medios extranjeros dan sobre la crisis en Japón y no podemos dejar de notar un tomo alarmista.

La situación sí es difícil, pero quizá la percepción es exagerada. Mi familia en México está muy temerosa y quizá también quienes tengan familia o amigos aquí. Quiero que sepan que a pesar del riesgo, las plantas nucleares están muy lejos de Tokio y que los intentos por disminuir la emergencia nuclear avanzan.


jfra
http://www.eluniversal.com.mx/notas/752155.html

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